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La calidad de vida de las personas con discapacidad mejora gracias al proyecto Mi Casa: una vida en comunidad
Plena inclusión Aragón celebró un encuentro autonómico en el Acuario de Zaragoza para analizar los avances del proyecto ‘Mi Casa: Una Vida en Comunidad’. A través de esta experiencia piloto, en la que participan siete federaciones autonómicas de Plena inclusión, incluida la aragonesa, el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 está explorando un modelo alternativo de cuidados residenciales de larga duración desinstitucionalizados para personas con discapacidad intelectual con grandes necesidades de apoyo.
Plena inclusión Aragón está coordinando esta iniciativa en la comunidad aragonesa, que está siendo ejecutada desde hace dos años por cuatro de sus entidades miembro: Atadi, en Andorra y Teruel; Valentia, en Barbastro y Monzón; y Fundación Cedes y Kairós, en Zaragoza capital.
En total, 26 ciudadanos aragoneses con discapacidad intelectual siguen recibiendo los apoyos que necesitan, pero no en residencias, sino en pisos ordinarios integrados en la comunidad con el respaldo de nuevas figuras profesionales, como los conectores comunitarios, que son su nexo con el vecindario y los recursos del barrio.
El proyecto ‘Mi Casa: Una Vida en Comunidad’ está financiado por el Gobierno de España, a través de los Fondos Next Generation, gracias al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Mi Casa: nuevo modelo de cuidados
En el encuentro de este miércoles se ha dado a conocer un avance de los primeros resultados de este proyecto, que se prolongará hasta final de año. Una vez concluido, el conocimiento generado con esta experiencia servirá para consolidar este nuevo modelo de cuidados, y sus evidencias permitirán afinar la nueva estrategia estatal ‘Hacia un nuevo modelo de cuidados en la comunidad: un proceso de desinstitucionalización’, presentada este mes de junio por el Gobierno de España.
Esta estrategia pretende fomentar los cuidados a domicilio y en entornos comunitarios para personas mayores y con discapacidad dependientes, personas sin hogar y menores migrantes. Para ello, se reforzarán la asistencia a domicilio, la teleasistencia o los centros de día.
El modelo propuesto en la estrategia estatal está alineado, al igual que el proyecto ‘Mi Casa: Una Vida en Comunidad’, con mandatos internacionales como el Pilar Europeo de Derechos Sociales y la Convención de la ONU para los Derechos de las Personas con Discapacidad, que exigen ir más allá de los cuidados básicos, y establecen el derecho de este colectivo a vivir de forma autónoma, pudiendo participar en el día a día de sus barrios y pueblos.
Más autonomía en Mi Casa
En el Acuario de Zaragoza también se ha escuchado de primera mano el testimonio de algunas de las personas que residen en las viviendas del proyecto en Aragón, sus familias, profesionales y agentes de la comunidad implicados. Finalmente, los participantes han realizado una pequeña dinámica para intercambiar las experiencias acumuladas a lo largo de estos casi dos años.
A estas alturas de la fase experimental, Plena inclusión Aragón ya está en condiciones de afirmar que el proyecto ha demostrado mejoras notables en la autonomía y la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual con grandes necesidades de apoyo, así como en la satisfacción de sus familias y la comunidad.
Así se ha podido ver en el encuentro, a través de testimonios como el de Charo, que vive en el piso que gestiona Atadi en Andorra (Teruel). Tras toda una vida trasladándose de residencia en residencia, ha comentado que este piso es “mi primer hogar de verdad”. Ahora disfruta haciendo las tareas domésticas, porque así siente que está en su casa, e incluso ha aprendido a cocinar.
La satisfacción con los resultados es también enorme entre las familias de las personas usuarias. Así lo asegura la madre de uno de los residentes en el piso que gestiona Kairós en Zaragoza, que nunca había imaginado que su hijo podría llegar a gozar de tal grado de autonomía, algo que agradece mucho, ahora que va cumpliendo años y ya no tiene la misma energía que de joven para estar tan pendiente de él.
Sin relación con la comunidad no hay verdadera inclusión. Este es uno de los pilares del proyecto Mi Casa, y por eso se ha invitado a otras entidades ciudadanas que han hecho posible la participación de los residentes en la vida de sus pueblos y barrios, como unos vecinos más. Han intervenido la Fundación Isabel Martín, Mujeres dejando huellaZ, la Asociación de Vecinos Parque Goya o el grupo de teatro comunitario de El Gancho.
No solo las personas con discapacidad intelectual participantes en el proyecto confirman lo constatado por las evaluaciones: su vida es mejor que en las residencias. También sus comunidades han mejorado. Asociaciones o comercios han hecho un esfuerzo y han mejorado su accesibilidad cognitiva, beneficiando, de paso, a personas mayores o a extranjeros que todavía no hablan bien español.
Envejecer en casa
El modelo que está experimentando Plena inclusión Aragón responde mejor a los deseos mayoritarios de las personas con discapacidad y la sociedad, que prefieren vivir en sus casas y comunidades con los apoyos necesarios. Según el informe ‘El futuro de los cuidados’, realizado por Sondea para Clece en 2023, el 90% de los españoles quiere envejecer en su hogar y el 43% quiere ser cuidado en su casa de forma profesional, en lugar de en residencias.
Estos datos ponen de manifiesto la necesidad de reorganizar los recursos actuales para consolidar un modelo de cuidados basado en la comunidad. Y las evidencias que están generando proyectos experimentales como ‘Mi Casa: Una Vida en Comunidad’ están siendo claves para garantizar un enfoque de los servicios sociales residenciales respetuoso con los derechos humanos, que posibiliten el cumplimiento de los deseos de las personas beneficiarias y promuevan su participación social e inclusión en la comunidad.
Este encuentro estaba planteado en clave interna, para que los distintos agentes implicados en el proyecto pudieran constatar los avances logrados y compartir experiencias. Dentro de medio año, cuando finalice la fase de experimentación, se podrán poner cifras definitivas a los resultados obtenidos, evaluando cómo ha mejorado la vida de las personas participantes en comparación con su anterior etapa, cuando estaban institucionalizadas, y también el coste real de este modelo alternativo de cuidados. Dichos resultados se compartirán con la Administración, pero también con el conjunto de la sociedad.