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La discapacidad intelectual tiene una nueva definición

Plena inclusión organizó un encuentro online para explicar las implicaciones de la nueva definición de discapacidad intelectual, que ha sido revisada por duodécima vez. En el encuentro participaron Enrique Galván, director de Plena Inclusión, y Miguel Ángel Verdugo, catedrático de Psicología de la Discapacidad en la Universidad de Salamanca y director del Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO).
Los avances en la conceptualización de la discapacidad intelectual se basan en las propuestas de la Asociación Americana de Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo (AAIDD) que, desde su creación en 1876, difunde información y guías de buenas prácticas para mejorar la comprensión, definición, diagnóstico, clasificación y planificación de apoyos individualizados en el campo de la discapacidad intelectual.
Nueva definición
A partir de ahora, la discapacidad intelectual se entiende como “una discapacidad caracterizada por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en el comportamiento adaptativo, que abarca muchas habilidades sociales y prácticas cotidianas. Esta discapacidad se origina antes de los 22 años”, según la AAIDD.
El funcionamiento intelectual se refiere a la “capacidad mental general, como el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, etc”. Mientras que el comportamiento adaptativo “es el conjunto de habilidades conceptuales, sociales y prácticas que las personas aprenden y realizan en su vida cotidiana”.
El cambio en la definición de discapacidad intelectual es muy importante para las propias personas con discapacidad intelectual, sus familias y las personas que les apoyan, porque cambia la forma de entender la discapacidad intelectual, la forma de apoyar a las personas y las ayudas que se les ofrecen. En resumen, la definición cambia para ayudar a mejorar la manera en la que se hacen las cosas en el ámbito de la discapacidad intelectual.
De este modo, la definición no se basa tanto en las dificultades de las personas sino en cómo apoyarlas. Además, incluye más dimensiones: la capacidad de adaptación de la persona a los cambios, su salud o su nivel de participación y su contexto. La AAIDD enfatiza que “se deben tener en cuenta factores adicionales, como el entorno comunitario y la cultura del individuo. Los profesionales también deben considerar la diversidad lingüística y las diferencias culturales en la forma en que las personas se comunican, se mueven y se comportan”.
Apoyos adecuados
El objetivo es diseñar y desarrollar sistemas de apoyos, que deben ser, en primer lugar, centrados en la persona; es decir, pensados para ella y contando con su opinión. También deben ser globales, coordinados, orientados a resultados, que sirvan para que la persona con discapacidad pueda tomar decisiones y basados en la evidencia. “Las evaluaciones también deben asumir que las limitaciones en los individuos a menudo coexisten con las fortalezas, y que el nivel de vida de una persona mejorará si se brindan los apoyos personalizados apropiados durante un periodo sostenido”, resume la AAIDD.
Por otro lado, los apoyos deben ser tanto genéricos como especializados. Los apoyos genéricos, que son aquellos que están disponibles para todas las personas, son esenciales para conseguir la inclusión. Por ejemplo, tecnología o educación a lo largo de toda la vida. Hasta ahora, la mayoría de las organizaciones ofrecen sobre todo apoyos especializados como la terapia o la logopedia. Sin embargo, si solo se trabaja el apoyo especializado, siempre habrá segregación.
Además, es importante que el plan personal de apoyos sea fácil de entender para la persona con discapacidad y que tenga en cuenta el contexto en el que esa persona se desenvuelve, ya que hay que conocer las barreras específicas a las que se enfrenta esa persona, con qué red de apoyo cuenta, dónde vive, de qué oportunidades laborales y de ocio dispone, etc.
También la edad ha cambiado en la definición, aumentando de los 18 años a los 22 años, debido a que numerosos estudios certifican que el desarrollo va más allá de los 18 años. Esto también permite disponer de más tiempo para descubrir las necesidades de las personas.